martes, 15 de marzo de 2011

CAPÍTULO X. DIÁLOGOS ENTRE DON QUIJOTE Y SANCHO. ELPODER CURATIVO DEL BALSAMO DE FIERABRÁS

Sancho se levantó maltrecho por lo palos que le habían dado los mozos de mulas. De inmediato se dirigió a don Quijote a pedirle una ínsula, pues en la aventura había vencido. Don Quijote le contestó que no se ganaban tan fácilmente y que quizá más adelante se la podría dar; en prueba de agradecimiento, Sancho le besó la mano y la falda de la loriga( faldón que protegía a Rocinante)
Seguía Sancho a don Quijote cuando le sugirió que se debían quedar al amparo de alguna iglesia ( no se podía apresar a quien se refugiara en alguna iglesia), pues era muy probable que el vizcaíno los hubiese denunciado a la Santa Hermandad (cuerpo armado con poderes policiales, que se ocupaba de los delitos fuera de las poblaciones). Si los cogían un tiempo  en la cárcel. Don Quijote les contestó que dónde había leído él que la justicia hubiera apresado a un caballero andante, acusado de homicidio. Sancho contesta que él no sabía nada de omecillos  (Sancho confunden homicidio con homecillo: pena pecuniaria por delito de rebeldía, no haberse presentado ante el, juez, cuando lo llama)
Viendo el estado en que estaba don Quijote, sangrando por la oreja, le dice que se la va a curar con unos hilos y ungüento (pomada para las heridas). Don Quijote le habla de los milagros  del bálsamo de Fierabrás (Bebida maravillosa que aparece en gestas y novelas medievales). Le explica sus propiedades, las cuales eran tan grandes que curaba todas las heridas por grandes y mortales que fuesen.  Sancho, cree que se ganará dinero con la venta del bálsamo y le pide a don Quijote  que se lo dé. Le contesta don Quijote que tiempo tendrá de enseñarle cosas importantes y que le cure la oreja, pues le duele.
Al darse cuenta don Quijote de que se le había roto la celada (pieza de la armadura que protegía la cabeza) en el combate con el vizcaíno, jura que actuará como el marqués de Mantua cuando quiso vengar la muerte de su sobrino Valdovinos: “no comer pan a manteles ni con su mujer folgar (yacer)” hasta que pueda vengarse. Sancho le contestó que el vizcaíno cumplió su penitencia cuando se presentó ante Dulcinea, por lo tanto no procedía más.
Pensó don Quijote ganarle la lanza al primer caballero que se encontrase, imitando de esta manera lo que ocurrió con el "yelmo de Mambrino, que tan caro costó a Sacripante". Iban en esto cuando sintió ganas de comer. Le pidió a Sancho que le diese algo de lo que llevaba en las alforjas, pero era unos mendrugos de pan, una cebolla y un poco de queso, cosa que Sancho consideraba inadecuada para un caballero. Don Quijote le contesta que los caballeros andantes comen lo que tienen a mano. Pasa el tiempo, la noche se echa encima y se cobijan junto a las chozas de unos cabreros.
Comentario
Uno de los críticos literarios más influyente en las Universidades  es el catedrático de la Universidad de Yale, Harold Bloom. Para este crítico, el Quijote, que es más que una novela y por supuesto, la mejor de todas las que se han escrito,  debe leerse como la novela de dos amigos, Aunque en la novela pase todo lo que pueda pasar, sostiene Bloom, tanto en El Canon occidental, como en Cómo leer y por qué,  "lo más importante son las conversaciones que Sancho y don Quijote mantienen sin cesar" 
El catedrático de Literatura Española de la Universidad de Santiago de Compostela, Luis Iglesias Feijoo, considera que el texto se articula en torno a la conversación entre don Quijote y Sancho, siendo la razón de ello, que Cervantes lo usa "para no tener que utilizar a cada paso el narrador omnisciente". 
Un de los temas del diálogo es la petición de Sancho a don Quijote de la ínsula que este le prometió en (I, 7), esto se convertirá como motivo constante de la permanencia de Sancho al lado de su señor. El refugiarse en una iglesia, temiéndole a la Santa Hermandad, nos anuncia también la preocupación de Sancho cuando don Quijote libera a los galeotes en (I, 22). El tercer tema del diálogo es el ungüento del bálsamo de Fierabrás, recordemos que el ventero, en( I, 3), cuando don Quijote le pide que lo arme caballero, le dice que debe llevar dineros y algún ungüento que se pueda aplicar cuando fuera malherido en las batallas.
Por último, el tema de la comida, que es uno de los motivos que Cervantes que Cervantes considera importantes en las novelas para darle realismo, recordemos que en la "novela Tirante el Blanco,", "comen los caballeros", (I, 6) , aparece también en el diálogo: le pide a Sancho que rebusque comida en la alforjas, pues "los caballeros "eran hombres como nosotros" y no podían pasas sin comer y sin hacer todos los otros menesteres naturales"
De esta manera, considera el profesor Feijoo, "busca Cervantes arraigar la ficción en la realidad"

Uno de los estudios más lúcidos sobre la naturaleza de Sancho nos lo ofrece el poeta, catedrático de la Universidad de Madrid y director de la Real Academia, Dámaso Alonso en  De los siglos oscuros al de oro.  ( Sancho - Quijote / Quijote - Sancho) Sostiene allí el autor que  la descripción del alma de Sancho que realiza Cervantes se corresponde con el realismo más exacto. La naturaleza humana se mueve entre la ilusión y la realidad: este es el caso de Sancho. En este diálogo lo vemos muy bien: los motivos que centran su ilusión son la ínsula y poseer la propiedad del Bálsamo de Fierabrás. Al lado de esto se encuentra realidades como evitar ser prendidos por la Santa Hermandad o evitar perseguir al vizcaíno porque probablemente haya cumplido con lo que prometió. Lo que define a Sancho, dice Dámaso, “es estar oscilando, pasando constantemente de un plano a otro, de la ilusión a la realidad desilusionada. Es un hombre realísimo; es el hombre”
El humor es importante en el libro. Ya Cervantes nos dijo en el prólogo que había que procurar que cuando se cuente la historia “el melancólico se mueva a risa”; por lo tanto, este es uno de los objetivos del libro. Por otra parte, de Sancho sabemos por el capítulo VII que era una persona simple, amiga de dichos ocurrentes.  Esto es lo que destacamos en este capítulo: la graciosa elocución de Sancho. Temeroso de que la Santa Hermandad los encierre, don Quijote contesta con arrogancia que nunca la Santa Hermandad ha acusado de homicidio a un caballero. Sancho, que desconoce el significado de la palabra, la confunde con “omecillo”, “rencores”. He aquí cómo se cumple la tesis de López Pinciano, explicada antes: “ La risa se encuentra entre dos cosas: obras y palabras, en las cuales se encuentra alguna fealdad y torpeza”.

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